lunes, 1 de septiembre de 2014

Huída

Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. La respiración agitada y en sus miradas, como en el perfil de las casas sobre el mar calmo, se proyectaba la sensación de una culpa ajena, una responsabilidad no evadida sobre lo que el polvo y el olvido penetrarían hasta desaparecer. El privilegio no es escaso, es caprichoso, sus cuerpos lo sabían mientras flotaban silenciosos sobre el aire que desterrando el fuego jugaba con el sol a consolarlas; irónico privilegio sobrevivir al bombardeo compartiendo a escondidas el espacio con aquellas milicias entrenadas para hacerlas desaparecer; y mientras la luz invadía el recinto sus miradas ideaban cómo salir para no morir más.

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