sábado, 11 de octubre de 2014

De madrugada

Todo comienza con Aute y su "alba" y Casiopea que me trae siempre al lugar de la ensoñacion.



Eran tristes seres abatidos por los ritos cotidianos de una vida controlada. La puesta del sol marcaba el tempo orquestado por los astros para su descanso y la madrugada imponía un deber en sus destinos. Pero no por mucho tiempo, pues la súbita luz de un teléfono silenciado que palpitó sobre sus párpados cansados, se encargó de cruzar sus palabras en el compas segundeante entre la noche y la mañana.

Detrás de la palabra, la piel y detrás de la piel el fluido deseo que desprendieron sus cuerpos. Ninguno de los dos suponía que la vigilia agotaba algo más que su sueño; detrás de ella saltaban a contraviento, como exorcizados, los lugares aprendidos para el goce; y en lugar de ellos se sobreponían reintentadas esperanzas de dejarse sorprender por el momento. La penumbra de la noche proyectaba con ímpetu sus rebeldías pero el amanecer las matizaba de nuevo en el mal interpretado papel de la cordura.

No, no esperes un final de esta historia, ni amores materializados en citas y flores... Esta es una historia de temporalidades claroscuras, de madrugadas que atraviesan cuerpos a través de un tecleo, una voz o un espejo. Esta es una historia de noches transcurridas y transformadas en la tenue luz de la aurora escandalizada. Esta es una historia de cuerpos que desaprenden rutinas letales y se atreven el uno sobre el otro, uno deseando al otro, uno en silencio frente al otro, uno distante y olvidado del otro, a recibir cada vez "de otra manera" la misma madrugada.